Escribo sentado en una silla muy fría
enredado en el tedio
o arropado en la sombra de mis amigos
Mi mirada sólo vino a cortar limones
y ya no quedan corbatas azules
que cantarinas nos abran el pecho,
ni patas de pájaro que fumarse
cuando sólo queden virutas de la noche.
Sólo queda un trozo de luna
dudando entre las cejas
el día en que burlándose sobrevivió
el canario en su jaula
mientras fuimos cayendo
como un dominó inmenso.
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