Me gusta hacer de mimo
sentado en esta nube tan mullida.
La tan típica y nombradísima luna
siempre estuvo demasiado lejos,
pegué muchos saltos para no cogerla nunca.
Nunca fui muy alto.
Pude ver impotente muchas veces cómo tú
llegabas a menguarla con tu mordisco.
Nunca fui muy alto pero hoy
puedo ver el cogote de los pájaros.
Ahí debajo aviones trazan surcos naranjas
¿Dónde irán con su patético menú?
Puede que a un paraíso pálido,
del que volver a los diez días
limpios, descansados y presuntuosos.
El paraíso más hermoso
que pudieran encontrar
pero demasiado bajo.
Nunca fui muy alto
pero ahora que el vértigo no existe
y seguro que caigo prontísimo,
aunque sea durante el más fugaz de los
suspiros,
sé que todos estáis muy por debajo.
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