viernes, 15 de marzo de 2013

CREO EN MUY POCAS COSAS


Creo en muy pocas cosas
y cada minuto van siendo menos.
El ahínco del principio es empujado
(cada día con más violencia)
por la verdad,
ya no desilusión ni derrota,
simplemente explosiva verdad.

El tiempo, en lugar de limar y erosionar,
lo vuelve todo cada vez más abrupto.
Ya no queda ni un bordillo liso
donde sentarse a ser sólo un mirón.
¿Cómo vas a pararte en un camino
trazado por el carro más frenético?
Párate como mucho a atarte los cordones
para poder seguir corriendo
o el carro te hará morder el polvo de nuevo.
Tantas marcas de rueda en mi cuerpo
hicieron que dejara de creer en parar,
sabiendo el bien que hace.

Tampoco creo ya,
por ejemplo, en la gloria.
Está al acecho sí,
pero cuando la adviertes ya se fue.
Otra vez al lodo… ¿Qué creías?
Llegó, te giraste y ya no estaba,
no es ni siquiera efímera.
Al enésimo espejismo
la sombra no es que pese,
es un yunque que te aplasta
y sobre él fabrican su espada los enemigos.
Mientras, tú sigues ahí
aplastado, desarmado, descalzo,
viéndolo todo y perdiendo cada segundo
algo más en qué creer.

Puede que aún crea en tus pupilas,
ésas que dilatadas sólo dicen verdades.
En éste sol que sigue saliendo para todos
y, de momento, no discrimina.
Creo también en intentar resolver
éste horizonte en blanco
parecido a la vida y su misterio.
Hasta que llegue el día  en que tú, lector,
escupas ante mí sobre mi página,
sobre mi proyecto de horizonte resuelto
y me dejes ya sin nada en qué creer.


domingo, 10 de marzo de 2013

LA MÚSICA PUEDE HACERTE INVENCIBLE


Vengo con la chulería del rock and roll,
la insolencia punk,
la pachorra del reggae,
la elegancia del jazz,
la arrogancia del hip-hop
y un duende flamenco
que me puso la casa al revés
y me robó los trastos para tirárselos
a la cabeza a mis enemigos.
Por mucho que lo quieran no
verán que me vuelva a doblar
como el interrogante que siempre fui,
que arrugue la frente mientras me escuece
ésta entrada a laberintos en ruinas
que llevo pegada a la cara.
Aunque se esfuercen brutalmente y lancen
culebras más grandes que de costumbre
no conseguirán ver ya jamás,
ni en mí
ni en mis cejas,
asomarse un único
y miserable
ápice
de miedo.

domingo, 3 de marzo de 2013

NUNCA FUI MUY ALTO


Me gusta hacer de mimo
sentado en esta nube tan mullida.
La tan típica y nombradísima luna
siempre estuvo demasiado lejos,
pegué muchos saltos para no cogerla nunca.

Nunca fui muy alto.

Pude ver impotente muchas veces cómo tú
llegabas a menguarla con tu mordisco.
Nunca fui muy alto pero hoy
puedo ver el cogote de los pájaros.

Ahí debajo aviones trazan surcos naranjas
¿Dónde irán con su patético menú?
Puede que a un paraíso pálido,
del que volver a los diez días
limpios, descansados y presuntuosos.

El paraíso más hermoso
que pudieran encontrar
pero demasiado bajo.

Nunca fui muy alto
pero ahora que el vértigo no existe
y seguro que caigo prontísimo,
aunque sea durante el más fugaz de los suspiros,
sé que todos estáis muy por debajo.