sábado, 17 de noviembre de 2012

PAPIRO



Todo tu poder queda reducido ahora
a un estrecho marco de madera.
Todos tus ejércitos, esclavos,
tesoros, ánforas, laberintos
y mujeres jugosas como dátiles
ahora son sólo una máscara
en un papel pálido, ocre y viejo;
desgastada y dibujada
a la manera de tu tiempo.
La cobra de tu frente me intimida,
es más elegante que yo
y no se deja seducir por melodías de flauta.
Siempre observas colgado en la pared
mi vida ordinaria y ermitaña,
mientras en tu seria mirada perdida
adivino tus burlas
cuando piensas que a los diez años
tenías un imperio a tus pies,
eras todo un faraón de larga perilla azul
y yo llegaré a viejo sin propiedades.
Pero piensa:
de toda aquella ostentación y grandeza
sólo queda un lejanísimo destello
que hoy me sirve de adorno.
Hoy tú tan sólo eres un adorno
mientras yo vivo tranquilo,
con la sencillez de los míos
en mi tiempo.

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